Desde Spinoza y Nietzsche, la filosofía se ha
cuestionado sobre la naturaleza de la fuerza, sobre la especificidad del cuerpo
en movimiento.
Al lado del «yo pienso» y del «yo puedo», existe una línea del
pensamiento que se ha dedicado a reflexionar sobre el «yo paso» o el «yo entro»
o el «yo huyo», y que ha intentado deconstruir el sujeto, no solo en tanto mente
o consciencia, sino en tanto foco unitario, volitivo o autoreferido del
movimiento.
Sitio de las fuerzas en tensión, el cuerpo se ha pensado dentro de
esta tradición en tanto «potencia en acto», puro acontecimiento, «lugar de
cosmogénesis», como dijo Paul Klee, que no permite puntos de vista privilegiados
o repliegues en lo lleno, y deja aparecer las potencias elásticas del espacio.
En este sentido, tal como pensaron Simondon o Deleuze, el atravesar, el
transitar, el espaciarse desposeen al sujeto de su unicidad, lo diseminan en el
entorno del espacio mundano hasta no permitir una verdadera diferenciación del
afuera y del adentro.
«El cuerpo escapa como por una arteria», dice Deleuze,
está constantemente a punto de alargarse, de estirarse, de contraerse, de
escaparse. En esto se lo debe pensar como el revés exacto del refugio, del
amparo, de la interioridad protegida. El cuerpo se espacializa en una nueva
geometría para la cual «huir es trazar una línea, líneas, toda una cartografía»
(Deleuze).
Pretendemos en ese coloquio seguir estas líneas, trazarlas de nuevo, realizando
el camino que une la filosofía a la arquitectura y a la danza. En esos ámbitos,
el espacio se presta a una reflexión autónoma: ni fluido ni duro, ni solamente
replegado en sí ni puramente expansivo. Ocasión de deambulación, de movimientos
repetidos, de identidades furtivas y dinámicas, el espacio escapa a la
representación clásica que lo piensa en la duración suspendida, casi pictórica,
y lo abre a la lógica del montaje, de la dilatación, de la extensión, aquello
que lo tira, lo tiende y lo indetermina.
Nos proponemos pensar juntos –desde arquitectura, filosofía, danza– acerca de la
liberación del espacio, de la modulación de la inestabilidad, de la
“deflagración” (Merleau-Ponty) con la que el espacio se vuelve dispositivo
genético.
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